Meditación
Joel S. Goldsmith - Capítulo VIII de El Camino Infinito
- Fonte: Infinite Way Study Site
La Meditación es el medio por el cual obtenemos el reino de Dios y así vivimos por la Gracia. El estado último de la meditación es el estado de silencio total interior. Surge entonces la pregunta natural: Para quien no ha aprendido el arte del silencio interior, como se realiza la meditación ?
Sin lugar a dudas no es esta una tarea sencilla de realizar, porque es muy difícil aquietar la mente. Sin embargo hay una manera de meditar que eventualmente conduce a dejar de pensar, que nos deja en un estado sublime de quietud interior. En este santuario interior sagrado y secreto de nuestro ser, entran solo los pensamientos de Dios.
Hay muchas maneras de meditar, por lo cual es muy importante para el principiante evitar su deseo de más allá de su comprensión del momento. Con el fin de meditar exitosamente y sin que entren pensamientos que disturben y angustien, el estilo de la meditación contemplativa es apropiada y conducirá al estudiante paso a paso hacia formas más elevadas de meditación.
En la práctica de la meditación contemplativa, el estudiante trasciende el deseo de decirle ó pedirle a Dios cualquier cosa. Contempla el sol, la luna, las estrellas, las olas y todas las cosas vivientes , recordando que la tierra está llena de todas las cosas que el hombre necesita para vivir. El observa todas las cosas como emanaciones de Dios, que demuestran la gloria de Dios, las leyes de Dios y el amor de Dios por sus hijos. En estado de paz y quietud, las palabras de la Sagradas Escrituras son plenamente realizadas. " Tu mantendrás en perfecta paz a aquel cuya mente permanece en Ti ... En todas tus cosas reconoce al Padre y El dirigirá tus pasos."
Cuando nos encontramos en el campo, en las montañas o en la océano en un estado de paz, quietud y reflexión nos hacemos conscientes de las maravillas y de la belleza de la tierra. " Los cielos declaran la gloria de Dios y el firmamento muestra su destreza."
En los atardeceres Yo contemplo la cantidad y el brillo de los millones de estrellas en el firmamento y observo particularmente la constelación llamada de la Cruz del Sur. Su aparición regular, perfecta evidencia el cumplimiento de una ley, de un orden y de una actividad que gobierna este suceso.
Igual sucede con el ordenado movimiento de la luna y su aparición, con el fluir de la marea y con la producción de todo lo viviente en la estación apropiada.
Al contemplar a Dios y la naturaleza de su trabajo se nos revela una ley infinita e inmutable que gobierna este universo, que nos llena de paz y elimina toda ansiedad y preocupación. Que absurdo e innecesario sería rezar para que la Cruz del Sur apareciera todos las noches en el cielo, u orar para que las olas se sucedan en el mar.
No sería acaso pecado rezar para que florecieran las flores, cuando ante nuestros ojos el misterio de la vida se manifiesta, se nos revela en todo su esplendor sin ningún esfuerzo ? Los grandes profetas de la antigüedad observaron que el hombre no necesita hacer nada acerca de estos milagros, excepto observarlos, disfrutarlos y estar agradecido porque existe una Sabiduría y un Amor Divino que ha creado todas estas cosas para Su propia gloria.
Esto significa para gloria suya y mía, porque la existencia de Dios se manifiesta como usted y como yo.!
Sin lugar a dudas, si Dios creó los cielos, la tierra y los océanos, si Dios llenó la tierra con todas las cosas buenas, podemos acaso dudar por un momento que El creó todas las cosas para nuestro uso, placer y expresión? Cuán vano resulta entonces orar ó meditar cuando percibimos la actividad invisible del Espíritu, que se manifiesta externamente en la armonía de la vida.
En la media en que nos envolvemos en la actividad de observar el trabajo de Dios, cada día, llegamos a un estado de consciencia en el cual el pensamiento, por si mismo, comienza a disminuir y finalmente se detiene. Entonces un día, en un segundo de silencio, la presencia de Dios se anuncia a si misma en nosotros y entonces sabemos en verdad que el reino de los cielos está dentro de nosotros. A partir de ese momento dejamos de buscar nuestro bienestar en el mundo externo; dejamos entonces de depender de personas, cosas o condiciones externas.
La experiencia humana se da en el mundo de tiempo y espacio y esto precluye el ser espiritual en la naturaleza. Por lo tanto, recordemos que la meditación puede ser sobre cualquier tema, con la sola condición que no sea sobre algo de este mundo.
El universo del espíritu es una actividad eterna de Dios. Todo lo que ocurre en el mundo del tiempo y del espacio, como lo entendemos humanamente, no deberíamos aceptarlo en su valor aparente. Recordemos que cualquier aparición de humanidad buena ó mala, es una imagen mental en el pensamiento, sin ningún valor real, ni ley, ni sustancia, ni causa ni efecto. Al reconocer esto, las limitaciones que crean los cinco sentidos comienzan a desaparecer. Comenzamos entonces a ser capaces de "ver" profundamente, en la consciencia y a observar lo que es verdaderamente, la eternidad en lo que aparenta ser pasado, presente y futuro. Nos encontramos libres en términos de "aquí" ó "allá" "ahora" ó "más allá". Se crea una manera de ser sin el sentido de tiempo ni de espacio, una realización sin niveles, un realización del ser sin objetivo.
En este estado de consciencia desaparece el sentido finito y la visión es sin límites. La vida es vista y comprendida libre de trabas y de belleza ilimitada. Toda la sabiduría de la eternidad es comprendida en un instante. Es esta la realidad de la inmortalidad, vista y entendida claramente. Es una visión de la vida sin comienzo y sin final. Es la realidad traída a la luz. En este estado de consciencia no hay barreras de tiempo y espacio. La visión abarca el universo: Esta hace puente entre el tiempo y la eternidad e incluye al ser total.
Esta meditación en la actividad de Dios en nuestra experiencia, podemos practicarla mientras se realiza cualquier tarea humana. Bien sea en el cumplimiento de las tareas del hogar, de negocios, podemos reservar una parte de nuestra consciencia para la contemplación de la presencia y actividad divina. No es necesario retirarnos del mundo para contemplar la gracia divina, solo es necesario tomar un poco de tiempo durante el día y la noche para estar cerca de Dios.
Elevemos nuestro pensamiento a Dios, abramos nuestro oído interior para escuchar el susurro divino y observar el universo con nuestra visión interior, aunque nuestros ojos físicos se encuentren ocupados con las actividades humanas.
Entonces en verdad estaremos en el mundo, pero no seremos del mundo.
La contemplación de Dios y la manera como operan sus leyes, hace que la mente permanezca en Dios. De una manera sosegada, amable y pacífica el estudiante observa la actividad divina en la tierra y en el cielo, observa la gloria de Dios, reconoce a Dios y es testigo claro del hecho de que la gracia divina es su satisfacción plena.
Una vez que logramos la realización de que la Gracia de Dios es nuestra satisfacción plena, estamos viviendo una vida continua de meditación. Oramos sin cesar y no deseamos ni pedimos nada, mucho menos tratamos de influenciar a Dios de cualquier forma. No hay tensión obsesiva porque no buscamos realizar o conseguir algo.Al realizar la gracia de Dios, que ha poblado la tierra y la ha llenado de todas las cosas buenas para el beneficio del hombre y que su gracia es nuestra plena satisfacción, nos encontramos en el estado de oración permanente. La sabiduría , el amor de Dios es nuestra plenitud para todo lo necesario en la tierra.
Nuestra única necesidad es la comprensión de la naturaleza y del gobierno de Dios. La contemplación de de su naturaleza y de su gobierno nos conduce a otras formas más elevadas de meditación y de consciencia.
Eventualmente, somos conducidos a ese estado de consciencia en el cual la meditación es el silencio total, sin pensamientos, un estado de consciencia en el cual existe una alerta interna, un despertar interno, un estado de receptividad y de expectativa en el cual se manifiesta la presencia de Dios. Alcanzado esto no necesitamos nada.
Es preferible llegar a esta realización que conquistar toda la fama y la fortuna del mundo, porque esta conquista es la fuente que multiplica los panes y peces, y se manifiesta como salud, riqueza, compañía y reconocimiento. Cualquiera que sea la necesidad inmediata, la presencia de Dios es el cumplimiento inmediato de esa necesidad..
En nuestra ignorancia nos hemos separado, individualmente de la experiencia directa de Dio, por lo cual debemos pedir a Dios que se revele. Tenemos que pedir por sabiduría, por luz, por gracia, pero solo eso. Esta forma de orar es sabiduría, aquella otra de acosar a Dios pidiéndole que nos provea de esto y aquello, seguridad, paz, es una tontería a los ojos de Dios. Abundancia, seguridad y paz son regalos eternos que ya poseemos y que solo esperan que realicemos nuestra armonía con la ley divina para manifestarse.
Al pasar revista a la naturaleza del trabajo de Dios en la tierra y observar que hay una sabiduría divina y un amor divino que gobiernan este universo, nos dará tal sentimiento de paz que nos llegaremos a preguntar que es aquello que nos ha hecho preocupar tanto sin necesidad. Una simple declaración de que Dios es sabiduría y amor infinito no tendrá gran valor. Tiene que darse la experiencia interna real de la presencia divina, como resultado de la contemplación de Dios.
En la medida en que persistimos en esta contemplación, Dios será una experiencia real. Viviremos en la constante manifestación de Dios en nuestra vida. Con una convicción absoluta sabremos que el reino de los cielos está dentro de nosotros.
Como resultado de este estado elevado de consciencia, tendremos una gran armonía de mente, cuerpo, en nuestro bolsillo, familia y relaciones interpersonales. Permanezcamos en paz y en calma, permitamos que la Gracia de Dios llene nuestra mente, nuestra alma, nuestro ser, nuestro cuerpo y con una sonrisa nos demos cuenta de que: Tu sabiduría es mi satisfacción plena; Tu amor es todo para mí; Yo permanezco en Tu presencia.
El único deseo legítimo es el deseo inmenso de realizar a Dios, por las cosas y los pensamientos de Dios. Nuestros pensamientos no son los pensamientos de Dios, pero los pensamientos de Dios pueden convertirse en nuestros pensamientos si aprendemos a contemplar a Dios antes que pedir o esperar algo. Esperar puede ser en si misma meditación siempre y cuando la expectativa se convierta en observar como un capullo se convierte en flor, ó en observar cómo la obscuridad de la noche se ilumina con el titilar de las luz de las estrellas y con la suave luz de la luna, ó en la espera de la aparición del sol, de su luz y su calor que nos envuelve en la vida. Pero cuando la espera significa que Dios debe salirse de su órbita para obedecer nuestras instrucciones, súplicas o deseos personales , tal espera se convierte entonces en pecado. Por medio de la meditación, recibimos la Gracia de Dios en toda su belleza, abundancia, en nuestra actividad, alegría y paz. En la meditación nos abraza la Divinidad.
Dios ama a sus hijos pues, creó cielos y tierra para ellos, para usted y para mi. Es más reconfortante saber que Dios nos ama que saber que nosotros lo amamos. El amor divino se expresa como nuestro amor. Sin el amor de Dios por nosotros, no podríamos amar a Dios, porque solo existe un amor el amor de Dios y todo amor es de Dios. Este amor de Dios por su universo y su hijos es una forma de meditación en el cual no hay ningún deseo de que Dios nos ame más de lo que ya nos ama ni ningún sentimiento de que Dios debería hacer más de lo que ya hace.
Si hay algún deseo este debería ser de que podamos apreciar más el amor de Dios y lo que hace en nuestra mente, en nuestra Alma, en nuestro cuerpo y en nuestro bolsillo. Analicemos la abundancia que tenemos en nuestras manos y observemos que nada de esto sería posible sin el amor de Dios por sus hijos. Dios nos dio el sol para que tengamos luz en el día y la luna para que tengamos luz en la noche. Nos dio la tierra y el mar para que nos podamos alimentar , nos dio la suave brisa para que nos podamos refrescar.
Dios nos ha dado todo lo que necesitamos.
La meditación es la contemplación de las maneras infinitas en que Dios nos ama y de las formas infinitas de su amor por toda la creación. Nunca más nos volvemos a Dios para pedirle nada, solo lo haremos para exponernos alegremente al amor y gracia de Su presencia. No debemos preocuparnos mucho por nuestro amor a Dios , este amor se manifestará en forma normal y natural y ya encontraremos la forma de expresarlo. Por lo general no son aquellos que hablan de su amor por Dios los que poseen el amor más grande. El amor de Dios que se manifiesta en el silencio y en secreto, se revela en actos de amor y cariño. En el amor de Dios no hay crítica, juicios o condenas.
En el amor de Dios no existe el ayer. El amor de Dios fluye ahora. No se detiene ni se da. El amor de Dios es un estado de Ser, de permanencia del Ser y a través de la meditación y contemplación de Dios este Amor penetra nuestra consciencia. Es tal su manifestación en nuestro ser que la oración es una constante y un estado continuo de nuestro de ser.
Orar es contemplar el amor de Dios por su creación. Es la realización de la presencia de Dios llenando todo el espacio, es una consciencia de paz, de regocijo, de abundancia, de estabilidad y silencio interior, una abstinencia de pensamientos y deseos. La oración es observar y dar fe de la Gracia de Dio, es realizar lo que Es, es la contemplación sagrada:
Donde Tu estás, Yo estoy, donde Yo estoy, Tu estás. " Hijo, tu siempre estás conmigo y todo lo que tengo es tuyo," La gracia de Dios me llena a plenitud en todas las cosas; el amor de Dios me envuelve junto con el universo. La paz de Dios está en el mundo. " El Señor es mi pastor, nada me falta." Donde quiera que Yo esté el Señor está.
La oración es la contemplación del Ser. Dios es! La vida es! El Amor es! El júbilo es! La oración es una expresión de gratitud porque Dios nos dio el cielo y la tierra para nuestra gloria. La oración es un corazón henchido de gratitud por las revelaciones que recibiremos en oración. " Tu me mostrarás el sendero de la vida: en tu presencia está mi júbilo, a tu mano derecha están los placeres por la eternidad."
Dentro de cada individuo, en lo más profundo de su ser , escondido en lo más recóndito de su ser, existe aquella parte que está y es de Dios. En verdad, es el Yo Divino que se manifiesta como el ser individual, espiritual.
Este Yo nunca es tocado por los sucesos de nuestra experiencia, Este Yo nunca lo afecta ni el nacimiento, ni la edad ni la muerte.
Por toda la eternidad este Yo de usted y mío solo le conciernen " Los asuntos del Padre", que se desarrollan y manifiestan en el plan divino. Nunca fluctúa ni se desvía de su estado eterno, de su labor. Este Yo es nuestra identidad espiritual, a través del cual funciona eternamente la voluntad de Dios. La gracia de Dios está siempre alimentándolo y apoyándolo. Dios es la sabiduría, la Vida y alma misma del ser individual ,espiritual. Dios es nuestra identidad y nuestra individualidad.
La criatura que no nace, el joven soldado que muere en el campo de batalla, las multitudes que perecen en una epidemia o plaga, ninguna de estas experiencias nos toca, ni a usted ni a mi, ni a ellos. Detrás de estos sucesos, nuestro Yo verdadero permanece imperecedero e imperturbable, sin enterarse del hipnotismo del sentido mortal.
Bajo el hechizo del hipnotismo, la vida del sujeto continúa sin problema, sin percatarse de nada y sin conocimiento de las travesuras que el hipnotista induce a su víctima a cometer. Al despertar del trance, el sujeto resume su vida normal sin ser consciente delo que sucedió cuando estaba bajo el hechizo. De igual manera al despertar de la ilusión de la enfermedad, de la carencia ó del pecado, el "Yo" de sentido material desaparece. YO vivo, pero no "Yo", el sentido humano de "Yo", es ahora Cristo quien vive mi vida.
Ahora nuestra plenitud es Dios. Ya no dependemos de ninguna persona o condición en el mundo externo. Dios es todo, nuestra plenitud. Lo buscamos solo a El, Este "El que está en mi" para todo aquello que es necesario en nuestra experiencia. Ahora entendemos que YO nunca los dejaré ni desampararé. Ahora sabemos que Dios es nuestra plenitud en todas las cosas.
La capacidad de comulgar con Dios no es dada por la Gracia, como un regalo de Dios. Los regalos de la profecía y de la sanación son del Espíritu y se manifiestan cuando la Gracia aquieta las facultades mentales.
Por la Gracia nuestro Ser está inundado de luz, aunque no necesariamente de luz visible; el cuerpo no tiene peso ni sensaciones; hay unidad con toda la creación. Esto no es ser parte de la naturaleza, ni de Dios. Es ser parte misma de la fábrica de Vida misma. El Ser aletea en la hojas del árbol y es la sustancia y el sabor de su fruta. Uno se siente parte de la esencia del mar , de la subida y caída de las olas, del movimiento de la marea, e la belleza de las rocas, de las piedras y de los corales bajo el agua.
La Vida es Una. El Ser Divino Infinito Unico se expresa a través de todo ser como Vida y amor. Una Alma une toda la creación en Su abrazo y es la Vida de toda la creación.
Esta Alma no existe ni está separada de ninguna forma de vida. El Alma no está en ningún ser o en ninguna forma, ni está separada del Ser, el Alma es Ser.
Yo no estoy en la tierra, ó en el árbol, ó en el ave: YO SOY eso. Y O SOY el movimiento suave de las nubes, más aún la cualidad que las hace lucir como copos de algodón; YO SOY el brillo del sol y su movimiento. YO SOY la brisa en el aire, el movimiento de las hojas de las palmas, la palma misma. YO miro desde las estrellas, y al ser el cielo mismo YO sostengo las estrellas en Mi. Bajo ellas hay mundos y mundos dentro que YO abarco, mientras desde ellos miro a las estrellas. YO SOY la vida y el color del jade en mi anillo y la consciencia de los órganos de mi cuerpo. No hay un lugar donde YO no esté porque todo es uno. YO fluyo a través de todo, en todo como todo. YO SOY también el flujo. YO ESTOY en los sonidos musicales y YO SOY el sonido mismo. De toda la creación YO SOY la esencia, la fibra, la fábrica, la forma, la acción, la mente misma, la vida misma. El sol brilla y decimos "Es el sol", nunca decimos ES. Los árboles crecen, el riachuelo corre, la lluvia cae, la criatura nace.
Nosotros lo decimos así; ello no es así.!
La inmortalidad del ser es tan evidente que necesitamos decir que no lo es. La armonía del ser es la Gracia del Invisible y no es producido ni influenciado por lo nosotros podamos decir.
No es por el poder de nuestro pensamiento ni de nuestra voluntad, sino por el Espíritu que los aves vuelan, que el pez nada y que los perros juegan. Por El la luna brilla, las olas suben, las parejas se aparean y el ser jubiloso canta.
Reposa. En las aguas quietas, reposa.
Acuéstate. En verdes pastares acuéstate y no digas: "Yo estoy descansando" o " Yo estoy acostado".
"Mi paz os dejo, mi paz os doy" pero no lo digas, deja que sea. " Sus brazos me soportan " no lo digas, vívelo. "Nunca te dejaré, nunca te abandonaré", pero no lo pronuncies, reconócelo simplemente.
No busques armonía ó salud, ni siquiera busques a Dios. Esto no se encuentra, esto Ya existe. " Permanece quieto y silencioso". Solo en el silencio profundo y sin pensamientos, solo si abandonamos la búsqueda de Dios, de paz, de abundancia, de compañía, solo así podremos obtenerlas.
Puedes "ver" lo que estoy diciendo? Dios, salud, abundancia, libertad, amistad, no son entidades o identidades, son experiencias. Y esta experiencia de Dios es lo que se manifiesta en nosotros a través del proceso que conocemos como meditación.
Joel S. Goldsmith - Capítulo VIII de El Camino Infinito
- Fonte: Infinite Way Study Site
La Meditación es el medio por el cual obtenemos el reino de Dios y así vivimos por la Gracia. El estado último de la meditación es el estado de silencio total interior. Surge entonces la pregunta natural: Para quien no ha aprendido el arte del silencio interior, como se realiza la meditación ?
Sin lugar a dudas no es esta una tarea sencilla de realizar, porque es muy difícil aquietar la mente. Sin embargo hay una manera de meditar que eventualmente conduce a dejar de pensar, que nos deja en un estado sublime de quietud interior. En este santuario interior sagrado y secreto de nuestro ser, entran solo los pensamientos de Dios.
Hay muchas maneras de meditar, por lo cual es muy importante para el principiante evitar su deseo de más allá de su comprensión del momento. Con el fin de meditar exitosamente y sin que entren pensamientos que disturben y angustien, el estilo de la meditación contemplativa es apropiada y conducirá al estudiante paso a paso hacia formas más elevadas de meditación.
En la práctica de la meditación contemplativa, el estudiante trasciende el deseo de decirle ó pedirle a Dios cualquier cosa. Contempla el sol, la luna, las estrellas, las olas y todas las cosas vivientes , recordando que la tierra está llena de todas las cosas que el hombre necesita para vivir. El observa todas las cosas como emanaciones de Dios, que demuestran la gloria de Dios, las leyes de Dios y el amor de Dios por sus hijos. En estado de paz y quietud, las palabras de la Sagradas Escrituras son plenamente realizadas. " Tu mantendrás en perfecta paz a aquel cuya mente permanece en Ti ... En todas tus cosas reconoce al Padre y El dirigirá tus pasos."
Cuando nos encontramos en el campo, en las montañas o en la océano en un estado de paz, quietud y reflexión nos hacemos conscientes de las maravillas y de la belleza de la tierra. " Los cielos declaran la gloria de Dios y el firmamento muestra su destreza."
En los atardeceres Yo contemplo la cantidad y el brillo de los millones de estrellas en el firmamento y observo particularmente la constelación llamada de la Cruz del Sur. Su aparición regular, perfecta evidencia el cumplimiento de una ley, de un orden y de una actividad que gobierna este suceso.
Igual sucede con el ordenado movimiento de la luna y su aparición, con el fluir de la marea y con la producción de todo lo viviente en la estación apropiada.
Al contemplar a Dios y la naturaleza de su trabajo se nos revela una ley infinita e inmutable que gobierna este universo, que nos llena de paz y elimina toda ansiedad y preocupación. Que absurdo e innecesario sería rezar para que la Cruz del Sur apareciera todos las noches en el cielo, u orar para que las olas se sucedan en el mar.
No sería acaso pecado rezar para que florecieran las flores, cuando ante nuestros ojos el misterio de la vida se manifiesta, se nos revela en todo su esplendor sin ningún esfuerzo ? Los grandes profetas de la antigüedad observaron que el hombre no necesita hacer nada acerca de estos milagros, excepto observarlos, disfrutarlos y estar agradecido porque existe una Sabiduría y un Amor Divino que ha creado todas estas cosas para Su propia gloria.
Esto significa para gloria suya y mía, porque la existencia de Dios se manifiesta como usted y como yo.!
Sin lugar a dudas, si Dios creó los cielos, la tierra y los océanos, si Dios llenó la tierra con todas las cosas buenas, podemos acaso dudar por un momento que El creó todas las cosas para nuestro uso, placer y expresión? Cuán vano resulta entonces orar ó meditar cuando percibimos la actividad invisible del Espíritu, que se manifiesta externamente en la armonía de la vida.
En la media en que nos envolvemos en la actividad de observar el trabajo de Dios, cada día, llegamos a un estado de consciencia en el cual el pensamiento, por si mismo, comienza a disminuir y finalmente se detiene. Entonces un día, en un segundo de silencio, la presencia de Dios se anuncia a si misma en nosotros y entonces sabemos en verdad que el reino de los cielos está dentro de nosotros. A partir de ese momento dejamos de buscar nuestro bienestar en el mundo externo; dejamos entonces de depender de personas, cosas o condiciones externas.
La experiencia humana se da en el mundo de tiempo y espacio y esto precluye el ser espiritual en la naturaleza. Por lo tanto, recordemos que la meditación puede ser sobre cualquier tema, con la sola condición que no sea sobre algo de este mundo.
El universo del espíritu es una actividad eterna de Dios. Todo lo que ocurre en el mundo del tiempo y del espacio, como lo entendemos humanamente, no deberíamos aceptarlo en su valor aparente. Recordemos que cualquier aparición de humanidad buena ó mala, es una imagen mental en el pensamiento, sin ningún valor real, ni ley, ni sustancia, ni causa ni efecto. Al reconocer esto, las limitaciones que crean los cinco sentidos comienzan a desaparecer. Comenzamos entonces a ser capaces de "ver" profundamente, en la consciencia y a observar lo que es verdaderamente, la eternidad en lo que aparenta ser pasado, presente y futuro. Nos encontramos libres en términos de "aquí" ó "allá" "ahora" ó "más allá". Se crea una manera de ser sin el sentido de tiempo ni de espacio, una realización sin niveles, un realización del ser sin objetivo.
En este estado de consciencia desaparece el sentido finito y la visión es sin límites. La vida es vista y comprendida libre de trabas y de belleza ilimitada. Toda la sabiduría de la eternidad es comprendida en un instante. Es esta la realidad de la inmortalidad, vista y entendida claramente. Es una visión de la vida sin comienzo y sin final. Es la realidad traída a la luz. En este estado de consciencia no hay barreras de tiempo y espacio. La visión abarca el universo: Esta hace puente entre el tiempo y la eternidad e incluye al ser total.
Esta meditación en la actividad de Dios en nuestra experiencia, podemos practicarla mientras se realiza cualquier tarea humana. Bien sea en el cumplimiento de las tareas del hogar, de negocios, podemos reservar una parte de nuestra consciencia para la contemplación de la presencia y actividad divina. No es necesario retirarnos del mundo para contemplar la gracia divina, solo es necesario tomar un poco de tiempo durante el día y la noche para estar cerca de Dios.
Elevemos nuestro pensamiento a Dios, abramos nuestro oído interior para escuchar el susurro divino y observar el universo con nuestra visión interior, aunque nuestros ojos físicos se encuentren ocupados con las actividades humanas.
Entonces en verdad estaremos en el mundo, pero no seremos del mundo.
La contemplación de Dios y la manera como operan sus leyes, hace que la mente permanezca en Dios. De una manera sosegada, amable y pacífica el estudiante observa la actividad divina en la tierra y en el cielo, observa la gloria de Dios, reconoce a Dios y es testigo claro del hecho de que la gracia divina es su satisfacción plena.
Una vez que logramos la realización de que la Gracia de Dios es nuestra satisfacción plena, estamos viviendo una vida continua de meditación. Oramos sin cesar y no deseamos ni pedimos nada, mucho menos tratamos de influenciar a Dios de cualquier forma. No hay tensión obsesiva porque no buscamos realizar o conseguir algo.Al realizar la gracia de Dios, que ha poblado la tierra y la ha llenado de todas las cosas buenas para el beneficio del hombre y que su gracia es nuestra plena satisfacción, nos encontramos en el estado de oración permanente. La sabiduría , el amor de Dios es nuestra plenitud para todo lo necesario en la tierra.
Nuestra única necesidad es la comprensión de la naturaleza y del gobierno de Dios. La contemplación de de su naturaleza y de su gobierno nos conduce a otras formas más elevadas de meditación y de consciencia.
Eventualmente, somos conducidos a ese estado de consciencia en el cual la meditación es el silencio total, sin pensamientos, un estado de consciencia en el cual existe una alerta interna, un despertar interno, un estado de receptividad y de expectativa en el cual se manifiesta la presencia de Dios. Alcanzado esto no necesitamos nada.
Es preferible llegar a esta realización que conquistar toda la fama y la fortuna del mundo, porque esta conquista es la fuente que multiplica los panes y peces, y se manifiesta como salud, riqueza, compañía y reconocimiento. Cualquiera que sea la necesidad inmediata, la presencia de Dios es el cumplimiento inmediato de esa necesidad..
En nuestra ignorancia nos hemos separado, individualmente de la experiencia directa de Dio, por lo cual debemos pedir a Dios que se revele. Tenemos que pedir por sabiduría, por luz, por gracia, pero solo eso. Esta forma de orar es sabiduría, aquella otra de acosar a Dios pidiéndole que nos provea de esto y aquello, seguridad, paz, es una tontería a los ojos de Dios. Abundancia, seguridad y paz son regalos eternos que ya poseemos y que solo esperan que realicemos nuestra armonía con la ley divina para manifestarse.
Al pasar revista a la naturaleza del trabajo de Dios en la tierra y observar que hay una sabiduría divina y un amor divino que gobiernan este universo, nos dará tal sentimiento de paz que nos llegaremos a preguntar que es aquello que nos ha hecho preocupar tanto sin necesidad. Una simple declaración de que Dios es sabiduría y amor infinito no tendrá gran valor. Tiene que darse la experiencia interna real de la presencia divina, como resultado de la contemplación de Dios.
En la medida en que persistimos en esta contemplación, Dios será una experiencia real. Viviremos en la constante manifestación de Dios en nuestra vida. Con una convicción absoluta sabremos que el reino de los cielos está dentro de nosotros.
Como resultado de este estado elevado de consciencia, tendremos una gran armonía de mente, cuerpo, en nuestro bolsillo, familia y relaciones interpersonales. Permanezcamos en paz y en calma, permitamos que la Gracia de Dios llene nuestra mente, nuestra alma, nuestro ser, nuestro cuerpo y con una sonrisa nos demos cuenta de que: Tu sabiduría es mi satisfacción plena; Tu amor es todo para mí; Yo permanezco en Tu presencia.
El único deseo legítimo es el deseo inmenso de realizar a Dios, por las cosas y los pensamientos de Dios. Nuestros pensamientos no son los pensamientos de Dios, pero los pensamientos de Dios pueden convertirse en nuestros pensamientos si aprendemos a contemplar a Dios antes que pedir o esperar algo. Esperar puede ser en si misma meditación siempre y cuando la expectativa se convierta en observar como un capullo se convierte en flor, ó en observar cómo la obscuridad de la noche se ilumina con el titilar de las luz de las estrellas y con la suave luz de la luna, ó en la espera de la aparición del sol, de su luz y su calor que nos envuelve en la vida. Pero cuando la espera significa que Dios debe salirse de su órbita para obedecer nuestras instrucciones, súplicas o deseos personales , tal espera se convierte entonces en pecado. Por medio de la meditación, recibimos la Gracia de Dios en toda su belleza, abundancia, en nuestra actividad, alegría y paz. En la meditación nos abraza la Divinidad.
Dios ama a sus hijos pues, creó cielos y tierra para ellos, para usted y para mi. Es más reconfortante saber que Dios nos ama que saber que nosotros lo amamos. El amor divino se expresa como nuestro amor. Sin el amor de Dios por nosotros, no podríamos amar a Dios, porque solo existe un amor el amor de Dios y todo amor es de Dios. Este amor de Dios por su universo y su hijos es una forma de meditación en el cual no hay ningún deseo de que Dios nos ame más de lo que ya nos ama ni ningún sentimiento de que Dios debería hacer más de lo que ya hace.
Si hay algún deseo este debería ser de que podamos apreciar más el amor de Dios y lo que hace en nuestra mente, en nuestra Alma, en nuestro cuerpo y en nuestro bolsillo. Analicemos la abundancia que tenemos en nuestras manos y observemos que nada de esto sería posible sin el amor de Dios por sus hijos. Dios nos dio el sol para que tengamos luz en el día y la luna para que tengamos luz en la noche. Nos dio la tierra y el mar para que nos podamos alimentar , nos dio la suave brisa para que nos podamos refrescar.
Dios nos ha dado todo lo que necesitamos.
La meditación es la contemplación de las maneras infinitas en que Dios nos ama y de las formas infinitas de su amor por toda la creación. Nunca más nos volvemos a Dios para pedirle nada, solo lo haremos para exponernos alegremente al amor y gracia de Su presencia. No debemos preocuparnos mucho por nuestro amor a Dios , este amor se manifestará en forma normal y natural y ya encontraremos la forma de expresarlo. Por lo general no son aquellos que hablan de su amor por Dios los que poseen el amor más grande. El amor de Dios que se manifiesta en el silencio y en secreto, se revela en actos de amor y cariño. En el amor de Dios no hay crítica, juicios o condenas.
En el amor de Dios no existe el ayer. El amor de Dios fluye ahora. No se detiene ni se da. El amor de Dios es un estado de Ser, de permanencia del Ser y a través de la meditación y contemplación de Dios este Amor penetra nuestra consciencia. Es tal su manifestación en nuestro ser que la oración es una constante y un estado continuo de nuestro de ser.
Orar es contemplar el amor de Dios por su creación. Es la realización de la presencia de Dios llenando todo el espacio, es una consciencia de paz, de regocijo, de abundancia, de estabilidad y silencio interior, una abstinencia de pensamientos y deseos. La oración es observar y dar fe de la Gracia de Dio, es realizar lo que Es, es la contemplación sagrada:
Donde Tu estás, Yo estoy, donde Yo estoy, Tu estás. " Hijo, tu siempre estás conmigo y todo lo que tengo es tuyo," La gracia de Dios me llena a plenitud en todas las cosas; el amor de Dios me envuelve junto con el universo. La paz de Dios está en el mundo. " El Señor es mi pastor, nada me falta." Donde quiera que Yo esté el Señor está.
La oración es la contemplación del Ser. Dios es! La vida es! El Amor es! El júbilo es! La oración es una expresión de gratitud porque Dios nos dio el cielo y la tierra para nuestra gloria. La oración es un corazón henchido de gratitud por las revelaciones que recibiremos en oración. " Tu me mostrarás el sendero de la vida: en tu presencia está mi júbilo, a tu mano derecha están los placeres por la eternidad."
Dentro de cada individuo, en lo más profundo de su ser , escondido en lo más recóndito de su ser, existe aquella parte que está y es de Dios. En verdad, es el Yo Divino que se manifiesta como el ser individual, espiritual.
Este Yo nunca es tocado por los sucesos de nuestra experiencia, Este Yo nunca lo afecta ni el nacimiento, ni la edad ni la muerte.
Por toda la eternidad este Yo de usted y mío solo le conciernen " Los asuntos del Padre", que se desarrollan y manifiestan en el plan divino. Nunca fluctúa ni se desvía de su estado eterno, de su labor. Este Yo es nuestra identidad espiritual, a través del cual funciona eternamente la voluntad de Dios. La gracia de Dios está siempre alimentándolo y apoyándolo. Dios es la sabiduría, la Vida y alma misma del ser individual ,espiritual. Dios es nuestra identidad y nuestra individualidad.
La criatura que no nace, el joven soldado que muere en el campo de batalla, las multitudes que perecen en una epidemia o plaga, ninguna de estas experiencias nos toca, ni a usted ni a mi, ni a ellos. Detrás de estos sucesos, nuestro Yo verdadero permanece imperecedero e imperturbable, sin enterarse del hipnotismo del sentido mortal.
Bajo el hechizo del hipnotismo, la vida del sujeto continúa sin problema, sin percatarse de nada y sin conocimiento de las travesuras que el hipnotista induce a su víctima a cometer. Al despertar del trance, el sujeto resume su vida normal sin ser consciente delo que sucedió cuando estaba bajo el hechizo. De igual manera al despertar de la ilusión de la enfermedad, de la carencia ó del pecado, el "Yo" de sentido material desaparece. YO vivo, pero no "Yo", el sentido humano de "Yo", es ahora Cristo quien vive mi vida.
Ahora nuestra plenitud es Dios. Ya no dependemos de ninguna persona o condición en el mundo externo. Dios es todo, nuestra plenitud. Lo buscamos solo a El, Este "El que está en mi" para todo aquello que es necesario en nuestra experiencia. Ahora entendemos que YO nunca los dejaré ni desampararé. Ahora sabemos que Dios es nuestra plenitud en todas las cosas.
La capacidad de comulgar con Dios no es dada por la Gracia, como un regalo de Dios. Los regalos de la profecía y de la sanación son del Espíritu y se manifiestan cuando la Gracia aquieta las facultades mentales.
Por la Gracia nuestro Ser está inundado de luz, aunque no necesariamente de luz visible; el cuerpo no tiene peso ni sensaciones; hay unidad con toda la creación. Esto no es ser parte de la naturaleza, ni de Dios. Es ser parte misma de la fábrica de Vida misma. El Ser aletea en la hojas del árbol y es la sustancia y el sabor de su fruta. Uno se siente parte de la esencia del mar , de la subida y caída de las olas, del movimiento de la marea, e la belleza de las rocas, de las piedras y de los corales bajo el agua.
La Vida es Una. El Ser Divino Infinito Unico se expresa a través de todo ser como Vida y amor. Una Alma une toda la creación en Su abrazo y es la Vida de toda la creación.
Esta Alma no existe ni está separada de ninguna forma de vida. El Alma no está en ningún ser o en ninguna forma, ni está separada del Ser, el Alma es Ser.
Yo no estoy en la tierra, ó en el árbol, ó en el ave: YO SOY eso. Y O SOY el movimiento suave de las nubes, más aún la cualidad que las hace lucir como copos de algodón; YO SOY el brillo del sol y su movimiento. YO SOY la brisa en el aire, el movimiento de las hojas de las palmas, la palma misma. YO miro desde las estrellas, y al ser el cielo mismo YO sostengo las estrellas en Mi. Bajo ellas hay mundos y mundos dentro que YO abarco, mientras desde ellos miro a las estrellas. YO SOY la vida y el color del jade en mi anillo y la consciencia de los órganos de mi cuerpo. No hay un lugar donde YO no esté porque todo es uno. YO fluyo a través de todo, en todo como todo. YO SOY también el flujo. YO ESTOY en los sonidos musicales y YO SOY el sonido mismo. De toda la creación YO SOY la esencia, la fibra, la fábrica, la forma, la acción, la mente misma, la vida misma. El sol brilla y decimos "Es el sol", nunca decimos ES. Los árboles crecen, el riachuelo corre, la lluvia cae, la criatura nace.
Nosotros lo decimos así; ello no es así.!
La inmortalidad del ser es tan evidente que necesitamos decir que no lo es. La armonía del ser es la Gracia del Invisible y no es producido ni influenciado por lo nosotros podamos decir.
No es por el poder de nuestro pensamiento ni de nuestra voluntad, sino por el Espíritu que los aves vuelan, que el pez nada y que los perros juegan. Por El la luna brilla, las olas suben, las parejas se aparean y el ser jubiloso canta.
Reposa. En las aguas quietas, reposa.
Acuéstate. En verdes pastares acuéstate y no digas: "Yo estoy descansando" o " Yo estoy acostado".
"Mi paz os dejo, mi paz os doy" pero no lo digas, deja que sea. " Sus brazos me soportan " no lo digas, vívelo. "Nunca te dejaré, nunca te abandonaré", pero no lo pronuncies, reconócelo simplemente.
No busques armonía ó salud, ni siquiera busques a Dios. Esto no se encuentra, esto Ya existe. " Permanece quieto y silencioso". Solo en el silencio profundo y sin pensamientos, solo si abandonamos la búsqueda de Dios, de paz, de abundancia, de compañía, solo así podremos obtenerlas.
Puedes "ver" lo que estoy diciendo? Dios, salud, abundancia, libertad, amistad, no son entidades o identidades, son experiencias. Y esta experiencia de Dios es lo que se manifiesta en nosotros a través del proceso que conocemos como meditación.
Fim
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